26 agosto, 2009

Lapsus 2 - días extraños

resbalando
días
extraños
sobre el
tapiz de la pérdida,

largos y viscosos
como la
bruma congelada
en tus fauces
de araña inmemorial


llueve
frío
sobre la esperanza gastada
de que aunque a veces se

sufra
nunca se pierde

25 agosto, 2009

Piel lagartija

Recorriendo
recovecos de piel lagartija,
deshojando las aperturas
del calendario, haciendo del
mapa de lo desconocido una
seduccion incontestable de casualidades.
Asi
es como vivimos, en los
huecos invisibles de
entredias,
entrevidas,
entrevias,
tercer carril imaginario
a la conquista de los
secretos
del otro lado del mar.

No hubo razon
para el comienzo, como
tampoco la hay para el final.
Itaca
solo es una excusa,
principito,
al unico lugar al
que tienes que
llegar
es a ti mismo.

21 agosto, 2009

Solamente

Same time, next year


La raiz de los arboles

hizo latir el

principio de todas las canciones.

Tierra

sobre tierra, con la

duda entre las manos y

a tientas,

no hubo nombre

designado del posible

suficiente, ni

reflejadas de pupilas

las imagenes de

cuanto llegariamos a ser.

Nadie dijo entonces, como

nadie ha dicho ahora, que

fuera facil,

solamente bella.

Lapsus - Canción tercera

Apuntalando sombras contra
la pared desnuda
del silencio irredimible.
Las horas anchas como
mil noches
cada
una, sin
compañía ni secretos
que descubrir.

La herida
podrida, profunda,
que nadie ve
salvo
la soledad escupida de
los tejados.

Fueron
las ruinas que dejé
detras. Tan
poco miedo al fuego,
tanto miedo a
las cenizas...

19 agosto, 2009

a rayas salamandra

disfrazado a rayas
salamandra
reptando al horizonte
erizado de tu
erogenia
tacto del desnudo
que convierte los
relieves en la
revelación
de cuanto somos

tras la máscara
la piel, tras
la piel
la esencia

lo que yo quiero es
tu alma ondeada
a la bandera
sucia del
barro removido
de la tierra

Encendimos la mañana

Encendimos la
mañana en el templo
de la locura
haciendo arder
el fuego de mil rosas,
las entrañas del
horno
de la vida.
No quedan sábanas ni
camas
a estas horas.
Habra que visitar
la piedra desnuda ante
los dioses para
el sacrilegio de los sacrilegios.

Islas

Rotos los candados
de los cofres ya
no quedan
islas misteriosas a las
que conducir los
vientos del índico.

Hay demasiadas razones
para tan poco tiempo.

Fue en la
de las montañas donde
conocí el
nombre del sol
en el desnudo
de sus lavas más guardadas,
lámpara de
aceite
que ardería
aunque el fuego no
lo consumiera.

Luz sobre luz.

Mezzamorphosis

Pasan las canciones
deshaciendo
el silencio acordado de
las calles, verdades de
lo relativo
contra el cielo inabarcable
del verano en
que crecí.
Olvidemos la
renovación de las
quimeras. Agosto
no durará para siempre y
hay que decidir.
Dejar fluir,
ser y mecerse
otras nueve lunas en
el útero
de la vida.
No habrá final hasta que
caiga mayo
de los árboles, y con él
aparezcamos todos,
asombrados
como niños por
la escuela del renacimiento.

Canción segunda

Tejiendo estrategias en
la alfombra de la
noche tardía,
disuadiendo huecos
para tí.
No era una señal,
¡apareciste de pronto!, pero
está bien.
¿Bailas?

L.A.

Resolviendo antiguos por
las cuentas nuevas,
no llegamos al verano si es
cuestión de nombres
en este viento árido
de la antigua carretera a L.A.
No tengo la voz
lo suficientemente amarga
para recordarte.
Se me difuminaron los
recuerdos
en la primera esquina de la 43,
y desde entonces
sólo quiero bailar.

Aprendimos de
la furia entre consignas y
miradas.
No, lo siento.
Te equivocas.

La siega

Volcado de locura
rompí todas
las ventanas fronterizas
y los aullidos de mil
almarosas
sietemesinas atravesaron
el umbral de los
vacíos,
eco sobre eco,
antorcha sobre antorcha,
prendiendo el
infinito de los fuegos a la
tierra baldía
de los desiertos.

Aprender
a bailar en una
mitad
que no sea de tu ausencia,
a caer al
picado del estómago cuando
no haya respuesta a
mi arrogancia,
a sufrir
el pacto de todas tus amenazas
sueltas
por la casa, de noche,
rotas y
afiladas como mi
voz al recordarte.
A ver fluir la
lluvia roja del
ácido laguna de otros ojos,
a ser recogido
de mis añicos leves por
otras manos,
ásperas de sentido.

La afloración del verano será
fresca
de lavanda y hierbabuena.
El presente del verbo
hará nacer un
septiembre largo, listo
para los brotes
de la siega.
Fuertes e independientes.

Y la vida...

Fueron
los arreglos faltos de armonía,
las mañanas pálidas por
los evidentes
de la ausencia,
los dormidos
de sed sin el aliento
de fuentes,
los febreros de ventanas
sin empaño,
las palabras demasiado claras,
las voces demasiado sinceras,
las arrogancias indomables de
los tiempos
cortos,
el crepitar de las cenizas
del incendio
y la vida,
que nos ha pegao
más vueltas
que a la piedra de un barranco.

Adiós

I

Fuerte
fuego del incendio,
rotas llamas de los
días que
concluimos saludando al sol
en tu abierta desnudez.
Independientes siluetas de
cuanto fuimos
al oleaje de los
oceanos

abiertos como tu desnudez,

resucitando las
albas solitarias
que nos contruyeron.

Aunque no lo viera,
dicen
que lo hiciste, un
abrazo fuerte para esos
ojos tristes
para mi
abiertos
siempre
como tu desnudez.

II

En el estrecho
pasillo del
translúcido de los días
me encontré tu imagen
reflejada
por las luces inmensas
que velan las puertas
del recuerdo.

Deshizimos los disparos
entre el aire, disolviendo
las catástrofes
de los días,
y aún sonaban las
bestias de los acantilados.
Aún colgaban los contornos que
delimitaron nuestros cuerpos,
desgajando en continuidad
los secretos
arrancados de las raíces del bosque.
Como nuestros nombres, en la
vertical y horizontal
al vacío del mar,
voces arrogantes contra la
muerte
inexorable
del futuro que prometimos.

El lugar donde solíamos gritar.


III

Se marchaba el
ángel, y no hubo tiempo
para pedirle
perdón. Fue sólo
nieve
al aire desde las
alas
del cisne
en el espacio infinito por recorrer.
No hubo tiempo de
creer y descreer
en él, de negarse y
convertirse en lo que
jamás quisimos ser.

En el vaivén donde me mezco ahora
se plantean las cuestiones con
el humo y las palabras, como
frases algebraicas
escritas contra el cristal
guardando la física de las
entrañas del universo.

Zapatos,
lo puesto por los años y
las dudas,
y una carretera
al sur. Siempre al sur.

Donde me duerma está mi hogar.

Canción primera

No sé donde
estoy, y no
me importa.
No tengo miedo
y no me preocupa
caer.
Tampoco tendría mucha
prisa en levantarme.

Desde aquí
abajo
el mundo siempre es
más grande
que uno mismo.