28 diciembre, 2009


Me importa un pito que las mujeres tengan un cutis de durazno o de papel de lija, le doy una importancia igual a cero al hecho de que tengan curvas perfectas o unos pechos más o menos grandes. Soy perfectamente capaz de soportarlas en cualquiera de sus días melancólicos y no me molesta tener que cuidarlas continuamente para que se sientan amadas; ¡pero eso sí! -y en esto soy totalmente irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar pierden el tiempo conmigo. Prefiero la soledad de donde sueñan las águilas.

a oliver gandaría

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